Querido hermanito:
Ahora no estás en ninguna guerra, pero como si lo estuvieras, hace tiempo que no sé nada de ti. Y no me refiero a no saber que estás bien, que me consta que estás, o que tu familia va bien, que me consta que va, sino a que hace tiempo que no nos sentamos a hablar de nuestras cosas. De un tiempo a esta parte te siento más lejos que si aún estuvieras en Oriente Medio y no me parece justo porque, si algo aprendí en tu ausencia, en la que tus llamadas me decían que empezabas a echarnos de menos, es que las cosas que no se dicen, suelen ser las más importantes y a veces las guardamos para ocasiones especiales que nunca llegan a darse, hasta que llega un momento que resulta ser demasiado tarde…
Ayer estuve con mamá en su guerra particular con el olvido. Tenía cita con su neurólogo desde hace más de tres meses. Hacerle las pruebas ha sido toda una odisea. Cada una de ella era más complicada que la anterior y las clínicas especializadas en imagen estaban tan distantes una de otra y con un acceso tan complicado que yo parecía Ulises intentando buscar el camino de regreso a Ítaca.
Ayer fue la cita, como te contaba. La enfermedad de mamá ya tiene apellido. El que sospechábamos: Alzheimer, sin grandes sorpresas. Cada pregunta del Mini-Mental fallada por mamá era una puñalada en mi memoria, recordando los tiempos en que ella era mi peor enemigo. ¿Recuerdas cuando se hartaba de nosotros y se iba a dar un paseo?. Ahora sé que una ama de casa con tres niños pequeños y una madre arrítmica, diabética y reumática necesita de vez en cuando salir a respirar y a gritar… pero en aquel entonces yo con cuatro años lo interpretaba como un abandono y nunca se lo perdoné. Nunca estuvimos de acuerdo en nada. Yo dudaba muchas veces sobre los lazos de sangre que nos unen. Una vez por semana me creía una víctima del mundo y me gustaba imaginar que era una niña adoptada. Ni en los rasgos físicos ni en la personalidad nos parecíamos en absoluto mamá y yo. Éramos dos polos opuestos…Ayer, mientras el neurólogo con su voz en off, como de National Geographic hacía preguntas a mamá, yo pensaba: “Míranos las dos aquí…¿quién lo hubiera dicho hace unos años atrás? Ella era tan…distante, tan independiente para todo, tan sarcástica y ahora…tan sumisa, secuestrada en su mundo paralelo, tan perdida en las preguntas que le hace este médico, buscando entre sus hijas palabras que le susurren la respuesta que no encuentra…¿quién eres tú y qué has hecho con mi madre?” Pienso que ahora es feliz de otra forma, salvo en esos ratos en que cree que el mundo está contra ella y sus ángeles y demonios crean una batalla imaginaria en su cabeza y todos nos convertimos en sus enemigos.
Mamá no está bien y cada vez se parece menos a quien fue. Tus hijas se dieron cuenta rápido jugando al parchís con ella la última vez que vinisteis a vernos. Es curioso como algo tan difícil de entender para nosotros cuando empezó a manifestarse, las niñas lo asimilaron en milésimas de segundo cuando notaron que algo no funcionaba bien en su cabeza y nos dieron a los adultos lecciones de normalidad. Las noticias le duran un pestañear de ojos, pero en contrapartida, cualquier sorpresa es repetible y vivenciada por ella con el mismo entusiasmo de la primera vez. De alguna manera, es una persona en equilibrio consigo misma, cuyos errores -que se multiplican por mil a diario- no tienen intencionalidad y por tanto los aceptamos como algo normal y, afortunadamente, no le causan dolor. Ya hemos dejado de tratar de corregirla –un error muy común en los primeros síntomas de su enfermedad- y de hacerle pruebas de nivel con preguntas fáciles. Hemos aceptado su enfermedad y eso hace también que estemos en paz con nosotros mismos…
Querido hermanito. Ahora que no tienes que salvar al mundo de los malos, esperamos como en el anuncio del turrón El Almendro, que vengas a casa por Navidad, a conocer a la mujer que ha sustituido a mamá. Se parece mucho a ella: tiene su voz, su sonrisa y sus manos. Y hay momentos en que creo ver a mamá detrás de esa mirada perdida en una ventana que da al mundo…pero no, mamá se ha ido, y temo que esta vez sea para siempre…
(Abril)
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