Caricias de nostalgia



No escribo específicamente para ti, ni siquiera sé a quién le escribo realmente, puede que en el fondo sea para mí, como en un desahogo, o más bien un respiro.
 
Nunca… nunca encontré un momento para decirte todo, quizá lo tuve y no lo supe ver, pero ayer mientras esperaba por el bus, sentí tus caricias entre el viento, tocando mi cara, mi alma; fue tanta la nostalgia que hoy tomo el lápiz y el papel para decir esto.
 
Me debes, y es mucho.
Quedé con un antojo que un día quisiste quitarme, pero preferí cuidarte esa tarde en cama del resfrío que nadie más acompañó.

Me dejaste en los pies una caminata por el parque donde podíamos perdernos una tarde entera a solo hablar de nada. A mirarnos, devorarnos sin tocarnos.
 
Me dejé guardado el beso bajo la lluvia que un día soñé después de la primera siesta abrazados; nos reímos al despertar por los ronquidos del otro, pero también me quedé con esas risas que nunca tuvimos, o que no dejamos escapar de nuestro pecho.

Finalmente, buscándote, encontré en mis cosas la primera vez que escribimos algo, y guarde esas palabras como si nunca más pudiera encontrar un tesoro tuyo, porque después de este tiempo, tu olor no lo descubro en ninguna parte, ni siquiera en mis memorias.
 
(Nicholas Varella:  "Lo redondo de vivir..."/ )

No hay comentarios.:

Publicar un comentario